domingo, 24 de septiembre de 2017

Experiencia Personal I - Primera cita con una Mujer

Que me gustan las mujeres no es una novedad, lo novedoso era saberme deseada por una de aquella manera tan explícita.

Apareció de casualidad una tarde cualquiera y apenas tras haber cruzado unas palabras nuestras miradas ya se buscaban.

Pero en aquel instante no nos confesamos nada pero en cuanto marchó le dije a Fido que acababa de cruzarme con una chica a la que me hubiera follado allí mismo.

No tardó en ponerse en contacto conmigo para (para mi sorpresa) proponerme una cita pero como me llamó al trabajo le dije que no... (mordiéndome los muñones) aunque guardé su número de teléfono y al salir... hablé con ella en un tono bastante más distendido. 

Cruzamos algunas palabras por whatsapp donde me confesó que jamás había estado con una mujer, que ni siquiera se lo había planteado, pero al verme algo cambió en ella... Nunca me habían dicho algo así la verdad!! Y me flipó no vamos a negarlo!

Estuve varios días en las nubes: saber que alguien te desea, que fantasea contigo, que quiere disfrutar a tu lado con cosas nunca antes vividas....  uf! Me relamía de pensarlo!

Quedamos en que nos veríamos después del verano, no sabíamos si solas o con nuestras parejas pero queríamos vernos y a principios de este mes recibí un mensaje: "Esta tarde estaré por Logroño, te apetece un café?" No era mi mejor día, ni siquiera sabía si iba a poder sacar un ratito para verla, pero todo cuajó.

Fui al hotel a buscarla, montamos en su coche y fuimos hacía el centro. La conversación fluía de manera más que natural, parecíamos dos amigas que hacía mucho que no se veían! 

Nos contamos intimidades, hablamos sin tapujos de lo que nos gustaba, de lo que queríamos en la vida, de lo que nos hacía felices, de lo que somos y de lo que queríamos ser juntas. Fue muy excitante compartir confidencias con ella de aquella manera tan natural.

Y a pesar de que la noche era joven debíamos marchar, sabiéndonos deseosas de comernos enteras... Montamos en su coche y en la intimidad de la noche nos besamos, acelerando nuestros pulsos y dejando que saliera algún gemido a consecuencia de las ansias que nuestras bocas profesaban. 

"Nos debemos una noche!" Fueron las palabras de su despedida. Pendiente está ver cómo se resuelve esta pulsión...

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